domingo, 11 de abril de 2010

NEOLITICO


NEOLITICO

El neolítico ha estado tradicionalmente asociado a los orígenes de la agricultura, a la vida sedentaria y al uso de la cerámica y de instrumentos de piedra pulimentada. Sin embargo, en la actualidad se sabe que algunos de estos rasgos son anteriores a esta etapa. La cerámica hizo su aparición en Japón hace 16.000 años y en Australia se han encontrado útiles pulimentados con una antigüedad de 32.000 años. Incluso durante el neolítico estas características no siempre aparecen de forma conjunta. Por ejemplo, en el Oriente Próximo la producción de alimentos fue anterior a la aparición de la cerámica, lo que ha dado origen al término de neolítico precerámico (véase Jericó). No obstante, el vocablo neolítico sigue en uso en algunas partes del Viejo Mundo. Sus inicios se centran en el VII milenio en el Oriente Próximo y tiene su fin en el II milenio en Europa septentrional dependiendo del comienzo de la utilización del cobre.
Megalitos de la isla de Pascua

Megalitos de la isla de Pascua
La isla de Pascua posee un rico legado arqueológico en forma de grandes esculturas de piedra denominadas megalitos. Estas impresionantes estatuas fueron erigidas cientos de años antes de la llegada de los colonizadores europeos en el siglo XVIII. Los antiguos habitantes insulares extraían los megalitos de las canteras de piedra volcánica y los transportaban a distintos lugares de la isla.

En el neolítico se produjo la aparición de los primeros poblados con casas edificadas con diferentes materiales, en diferentes partes del mundo: casas de adobe en el Oriente Próximo y de grandes troncos de madera en Europa central y occidental por ejemplo. En Jericó, el neolítico precerámico coincidió con la construcción de una monumental muralla de piedra. Pero quizá el poblado neolítico más extraordinario sea el de Skara Brae en las islas Orcadas, cuyas casas y su mobiliario (incluido alacenas, aparadores y camas) están realizadas con losas. La cerámica, producto del desarrollo natural de pueblos sedentarios, fue ampliamente utilizada. El cultivo de cereal y la domesticación de animales, como vacas, ovejas, cabras y cerdos, fueron resultado no de un brillante descubrimiento, sino de la necesidad causada por la presión demográfica. La minería también hizo su aparición en el neolítico. Sus orígenes se pueden rastrear en el paleolítico, al practicarse actividades mineras para obtener ocre en África y en Australia o al excavar en cuevas para extraer nódulos de piedra. En el mesolítico se había obtenido obsidiana (piedra volcánica) en las islas del Mediterráneo, pero fue en Europa septentrional durante el neolítico cuando se explotaron ricas vetas de sílex de alta calidad mediante un enorme sistema de pozos y galerías radiales, extrayendo los bloques con picos construidos con astas de animales. Entre las minas mejor conocidas se encuentran las de Grimes Graves (Gran Bretaña), de Krzemionki (Polonia) y de Spiennes (Bélgica). El sílex de estas minas, al igual que el de otras muchas explotaciones al aire libre, fue transformado en hachas talladas o pulimentadas, objetos de una extensa y lejana comercialización, que se emplearon en la profunda deforestación que se produjo en Europa en esta época. Las numerosas y alargadas casas (de decenas de metros de longitud) construidas con grandes tablas de madera, pueden ser consideradas como evidencia de la deforestación. En el yacimiento de Kückhoven (Alemania noroccidental) se ha encontrado el pozo más antiguo, fechado más allá del 5000 a.C., que estaba revestido con enormes tablas de madera. Durante el neolítico también se construyeron carreteras o pistas mediante tablones de madera en la Europa húmeda, como la de Somerset (Gran Bretaña) y poblados formados por casas de madera a orillas de los lagos alpinos, a veces palafitos, esto es, levantadas en plataformas sobre el agua. Las excavaciones en estos poblados lacustres han sacado a la luz gran cantidad de productos manufacturados a partir de materiales orgánicos, como objetos de madera, de cestería o tejidos, que normalmente se desintegran con el paso del tiempo. Ello ha permitido vislumbrar la vida cotidiana de finales de la edad de piedra. Este tipo de materiales también se conserva en ambientes extremadamente áridos como el suroeste americano o las alturas andinas. La cerámica estaba a menudo ricamente decorada mediante motivos incisos, estampillados o pintados.
El arte neolítico también presenta una amplia variedad de figurillas (en ocasiones femeninas como en la zona euroasiática) pero quizá los logros más importantes se encuentran en una serie de imponentes monumentos localizados en diferentes partes del mundo. En Europa occidental hay numerosos túmulos funerarios de grandes dimensiones, construidos con tierra sobre las estructuras mortuorias de piedra. Es notable el ejemplo de Silbury Hill (sur de Inglaterra), un enorme túmulo de creta de 40 metros de altura y 160 de diámetro, construido hacia el año 2600 a.C. Más impresionantes aún son los monumentos megalíticos (del griego mega y lithos, ‘grandes piedras’) en especial los de Europa occidental: los grandes círculos británicos (de los que Stonehenge y Avebury son quizá los más conocidos); los menhires, o piedras hincadas verticalmente en el suelo, en la mayoría de los casos aislados pero en ocasiones en conjuntos como los asombrosos alineamientos de Carnac (Bretaña, Francia); los menhires-estatuas antropomórficos y las grandes tumbas megalíticas, desde Escandinavia hasta Portugal. Muchas de estas tumbas estaban profusamente decoradas con motivos incisos en sus piedras: espirales, puntas de diamante e incluso hachas. Algunas tumbas en España y Portugal estaban pintadas en su interior. Está bien comprobado que el trazado y la orientación de algunos de estos monumentos estaban en relación con la astronomía. Por ejemplo, Stonehenge está orientado según el solsticio de verano mientras que New Grange tiene un vano a través del cual penetran los rayos solares durante el solsticio de invierno. Aunque los bloques de piedra levantados en algunos de los monumentos europeos son de imponentes dimensiones, el logro probablemente más destacado de cualquier grupo humano en la edad de piedra se encuentra en la isla de Pascua, en el sur del océano Pacífico, donde desde los primeros siglos de nuestra era hasta el año 1600 aproximadamente, los nativos del neolítico construyeron impresionantes estatuas que descansaban sobre plataformas enormes construidas con cascajo y recubiertas con losas. Se esculpieron unas mil de estos moai en toba volcánica con cinceles de basalto y fueron transportadas, probablemente sobre troncos a modo de rodillos, varios kilómetros hasta la costa donde se encontraban las plataformas. El trabajo que supuso el labrado, el traslado y el izado de los megalitos ha generado un profundo respeto por sus constructores y por la inmensa capacidad del hombre, equipado tan sólo con utillaje de piedra y materiales orgánicos.

NEOLITICO Y PALEOLITICO


PALEOLITICO

El paleolítico, que constituye casi el 99% del registro arqueológico mundial, fue subdividido en tres grandes fases sucesivas: paleolítico inferior, medio y superior.
El paleolítico inferior cubre un vasto periodo que se inicia con los primeros útiles líticos reconocibles hallados en yacimientos de Etiopía, fechados hace unos 2,5 millones de años. No obstante, los primeros seres humanos debieron haber usado útiles mucho antes de esa fecha. Los que fueron fabricados con materiales orgánicos se han desintegrado y los de piedra sin trabajar son irreconocibles como instrumentos. Los útiles tallados a partir de piedras son los únicos que permiten ser reconocidos como tales. Los instrumentos líticos más simples reciben el nombre de choppers (cantos trabajados monofaciales) y chopping tools (cantos bifaciales) que constituyen la denominada cultura de los cantos trabajados, propia del Homo habilis. Fueron tallados mediante percutores con la intencionalidad de crear una serie de útiles rudimentarios apuntados o con filos por una sola cara, empleados para cortar, perforar o raer. A veces se denominan instrumentos olduvainenses, por los hallazgos de la garganta de Olduvai (Tanzania), donde se han descubierto numerosos restos de presencia humana que constituyen los testimonios de la tecnología más antigua y duradera de la humanidad, ya que permanecieron en uso durante millones de años. El filo de un útil de sílex o cuarzo es extremadamente cortante; se puede romper o embotar, pero a su vez puede ser retallado o simplemente desechado para reemplazarlo fácilmente por otro instrumento, dada la disponibilidad de piedra apropiada. El siguiente paso fue el tallado de bifaces, trabajando bloques seleccionados de piedra por ambas caras hasta darle la forma deseada, en ocasiones muy sofisticada, como la del bifaz simétrico y piriforme, encontrado en grandes cantidades en el Viejo Mundo, que fue probablemente un instrumento multiusos (presentaba un largo filo puntiagudo y cortante y un extremo engrosado a modo de cabeza de martillo). Estos bifaces hicieron su aparición durante la existencia del Homo erectus (antepasado directo del Homo sapiens), del que se han encontrado restos desde el sur de África hasta el Sureste asiático y que abarca un periodo iniciado hace 1,8 millones de años y que se extendió hasta hace unos pocos centenares de miles de años (véase Evolución humana). Los bifaces debieron ser, por tanto, unos útiles prácticos y eficientes. El achelense constituyó una de las etapas más importantes del paleolítico inferior, aunque no fue una etapa uniforme. Recibió tal nombre del yacimiento de Saint-Acheul (norte de Francia), caracterizado por la presencia de bifaces, hendedores y triedros. La denominada técnica levallois supuso un notable avance; apareció en diferentes lugares y fechas durante este periodo, probablemente de forma espontánea y no por aculturación. Se denominó así por el yacimiento homónimo localizado en Francia. Esta técnica consistía en trabajar un núcleo de sílex de grano fino, de tal forma que se obtuvieran fragmentos denominados lascas, grandes, planas y con filos cortantes, de tamaños y formas preconcebidas; pero fue en el paleolítico medio cuando alcanzó su máximo desarrollo. El paleolítico inferior comenzó en Europa a inicios del cuaternario y finalizó con la aparición del hombre de Neandertal hace 120.000 años.